Una mañana de abril Maria Luisa se despertó como siempre, sonriente, queriendo vivir cada días como si fuese el ultimo, llena de ilusiones a pesar de su edad, tenia ochenta años, bien vividos, por lo menos estuvo llena de paz, tranquilidad y alegrías momentáneas que la hicieron anhelar siempre sueños que aunque utópicos, posibles de lograr. El dolor de cabeza de siempre, pero apaciguado con menjurjes, de esos que solo una señora vivida conoce, y que siempre han resultado efectivos. María Luisa vivia con Macarena, su eterna amiga, la de toda la vida, solteronas empedernidas decidieron en algun momento de sus existencias compartir, apoyarse, a sabiendas de que aunque soñaban, eran muy libres para conseguirse al hombre que las atrapara de por vida. Otro caso utópico dentro de sus vidas.
Ese dia María Luisa iría a consulta con su medico de siempre, ya el dolor de cabeza era bastante fuerte, y los remedios caseros de los que se valía poco efecto estaban logrando, en el consultorio había mas gente que de costumbre, una mesita bastante minimalista avistaba en una esquina un edificio de revistas, de distintas clases, con distintos temas. Tomo la primera que estaba y comenzó a hojearla, tocaba temas de medicina, centrando la historia principal en como combatir el cáncer de páncreas. Miro a grosso modo la información, que se le hacia interesante ni menos buen tema de lectura, no para ella que era tan dicharachera y optimista. Después de hora y media de espera llego su turno, hablo con el médico sobre temas inverosímiles, sobre la guerra en el Golfo Pérsico, sobre como las mujeres estaban tomando auge en el mundo empresarial europeo. Le comento sobre su dolor de cabeza, lo fuerte que en ocasiones llegaba a ser, en medio de risas claro, haciendo eco de su forma de ser. Inmediatamente le practicaron la resonancia para determinar las raíces del mal que la aquejaba. Maria Luisa paso tres horas en la clínica, con el positivismo habitual. Recibió la noticia del tumor que tenia alojado en la parte trasera del cerebro con la mayor naturalidad posible. Se levanto, tomo un vaso de agua, y le dijo al doctor que lo que requería era saber cuando comenzar con el tratamiento que le curaría. No podía ella darse el lujo de desperdiciar lo mucho que le quedaba de vida postrada en una cama, cuando había tanto por hacer.
Seis meses pasaron desde aquel encuentro. Con el paso del mismo, Maria Luisa fue enfermando más. El tumor era demasiado grande le estaba obstruyendo el cerebro por ello, paulatinamente fue perdiendo tanto la memoria, como sus capacidades tanto motrices como pensantes. Esos seis meses fueron los mas duros que le toco vivir a Macarena, quien cuidaba vehementemente de la anciana amiga como la madre que cuida a un hijo. Una perra que busca alimento para sus cachorros. Verla postrada en la cama, era el dolor más grande que podía sentir Macarena, le llenaba de rabia, de frustración, se preguntaba siempre y a cada instante porque su gran amiga debía padecer ese mal, habiendo tanta gente mala y con tantas miserias peores que la suya que nada sufrían, que nada padecían, eso sentía Macarena, sin pensar fríamente, que cada quien lleva la cruz que le toca.
Recordó su primera vez, un amor soñado y deseado. Siempre estuvo enamorada de Maria Luisa que en sus años mozos, fue idolatrada su belleza más aún que la de María Félix. Una noche de copas, unieron sus pieles en un solo cuerpo, unieron sus pasos en un solo son, que era tocado por la misma canción, que las unió en amistad pro el resto de sus vidas. El picó dejaba colar en cuerpo notas de Edith Piaf, Padam y La Vie en Rose, fueron testigos del "amor" que aquella noche nación, y que unió a Macarena y a María Luisa por mas de medio siglo de una amistad inquebrantable, de esas que poco existen en la vida. esas que son esquivas, que se esconden para que no sean atrapadas. Las velas, el vino, esa nostalgia bucólica que siempre caracterizo a Macarena se fundió en un solo corazón con las carcajadas inquietantes y cautivadoras de María Luisa.
Despertó del sueño, llorando, inmersa en un mar de lagrimas por sentir en su piel aquella única vez que pudo estar, hacer el amor con Maria Luisa, pero que le dejo el más bello sentimiento que alguien haya sentido, la amistad fulgurante y efusiva de un amor convertido en sueños irreales. Se sintió mal, de ver a su amiga sin poder siquiera pronunciar palabra alguna, le dolió en el alma, si allí llega a doler algo, no sentir su risa fuerte y desafiante, le arrugo el corazón, no verla abrir sus ojos grises llenos de vida, esperanza, sueños por cumplir, María Luisa quiso siempre conocer China, y no lo logro, ese año hirían en un tour, por esas coincidencias de la vida. Veía aquel cuarto inmenso, demasiado grande para ella sola. Todo estaba en su lugar, acomodado como de costumbre. Las muñecas de porcelana todas en una poltrona antigua, las paredes tapizadas con papeles rosas, el alfombrado persa suntuoso para la austeridad del lugar, lámparas de cristal tallado, antiguedades por todos lados, la cama donde padecía María Luisa su enfermedad, era amplia, de bronce, con grandes sabanas acolchadas de flores. Un lugar de ensueño, como de péliculas de los años cincuenta.
María Luisa, sentia en el subconciente la triste escena que Macarena vivía concientemente. Era mucha su tristeza, el dolor. Una angustia que crecia con el pasar de los días. Se decia asi misma que alguien no podia soportar tanto dolor. Tomo plaguicida y lo vacio en un copa, un bella copa de cristal de bohemia, sintio que quien muriera deberia hacerlo con clase, con altura. Vio en la copa la forma de hacerlo. le agrego un poco de agua, se dirigio al cuarto. Se sento al lado de María Luisa, se tomo el veneno y se acosto. Murio en menos de una hora, María Luisa presencio, sintio y dolio aquella muerte, con más dolor aun que el que sintio Macarena durante los seis meses de agonia de su amiga. Desperto de su letargo, de su incipiente malestar. Una lagrima se dejo asomar que recorrio su mejilla hasta caer en los labios. Logro apretar la mano de Macarena, y en un vaho fulminante se dejo sentir su ultimo suspiro. Ese dia murieron ambas, una se suicido de tanto dolor, y con miedo de no poder seguir aguantando tanta incertudumbre, tanto desgarre sentimental. La otra dejo de luchar, pues se mantuvo viva, asi fuese en medio de una larga y dura enfermedad, solo con la esperanza inconciente de volverse a levantar para estar con su amiga a la que tanto amo, y de la que no queria despedirse por miedo a lo que pudiera pasar.
Nick Joel Araugamb